Centenario de su muerte: Rubén Darío, un gran poeta (I)
Para disfrute del mundo y desgracia para su salud Darío padecía del llamado Mal de Poe o de Verlaine es decir, que era un dipsómano que se excedía al tomar bebidas alcohólicas.
¡Qué queréis! yo detesto la vida y el tiempo
que me tocó vivir.
Rubén Darío (“Prosas profanas”)
En razón de que la política y los
deportes de competición son las actividades humanas que más concitan la
atención de los ciudadanos en la mayoría de los países del mundo, es de
esperar que en este año 2016 un considerable número de artículos de
prensa en República Dominicana versarán sobre el primer centenario de la
intervención norteamericana del 1916.
En el escenario mas restringido pero no
menos importante del Arte en general y de la literatura hispanoamericana
en particular, se evocarán tanto los primeros cien años del
fallecimiento del bardo centroamericano-nicaragüense para mas señas –
Rubén Darío como los cuatros siglos de la muerte de Don Miguel
Cervantes. Otras figuras de talla universal que también recordaremos
serán Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega por el cuatricentenario
de su desaparición.
Félix Rubén García Sarmiento (1867-1916)
es mejor conocido por el escueto Rubén Darío – que no es un pseudónimo
como generalmente se cree- ya que en homenaje a sus ancestros-los
Daríos-quiso asumir ese patronímico, y por las maravillosas y
sorprendentes cosas que dijo y la revolución que provocó en la
versificación española se le conoció luego como El Cisne de América o el
Príncipe de las letras castellanas.
Por la extensión nada periodística de mis
trabajos en este complaciente Diario digital, un amigo me recomendó
entregar por capítulos (I, II, etc) mis reflexiones concernientes a este
genial portalira mesoamericano, queriendo con
su publicación estimular a los poetas de oficio o a los promotores de la
cultura en general escribir sus impresiones en torno al estilo,
producción y ocurrencias rubendarianas en esta especial efeméride.
Con
respecto al título escogido les diré que su autor fue un tal Vicuña
Subercasseaux un escritor chileno totalmente ignorado en la actualidad
cuya personal opinión molestó muchísimo al poeta nicaragüense. Estoy de
acuerdo con su primera parte pensando en la entrega final de estos
artículos discurrir sobre la segunda propia de aquellos individuos
víctimas del resentimiento y la ignorancia.
Dentro del puntilloso y cizañero
ambiente de los rapsodas dominicanos se considerará un atrevimiento
intolerable que alguien cuya formación profesional sea el cultivo de la
tierra y el cuidado de las plantas, como es el caso de los ingenieros
agrónomos intente siquiera incursionar en una actividad humana donde las
emociones y los sentimientos constituyen el objetivo fundamental.
Con la finalidad de evitar posibles
desacuerdos con los miembros del colectivo lírico nacional debo en
primer lugar advertirles que la poesía es un asunto de sensibilidad no
de voluntad, es una cuestión de vocación no de profesión, y es por ello
que en la generalidad de los países que conozco son mas los que en
secreto la cultivan- abogados, médicos, empresarios- que quienes la
tienen por oficio u ocupación.
En el caso de no estar convencido de lo
anterior debo recordarles, que a la hora actual el novelista francés mas
destacado es un ingeniero agrónomo de profesión llamado Michel
Houellebecq autor de la polémica obra “ Sumisión”-Anagrama 2015-
conociendo además veterinarios, agrimensores y dentistás que han escrito
poemas que no desmerecen ser incluidos en la Antología mas meticulosa.
Tampoco deben inquietarse los bardos del
patio por las probables burradas y asnalidades que podría expresar si
me dispusiera analizar la versificación rubendariana, ya que mi
intención al escribir esta serie de artículos es mas bien reseñar la
conmoción que produjo su poesía en España, su atormentada personalidad,
referir una que otra anécdota, y en particular su estrecha amistad con
algunos intelectuales dominicanos.
En esta primera entrega debo por
obligación señalar el gran influjo que tuvo en la decisión de redactar
estos trabajos la lectura de dos libros ya agotados de Don Emilio
Rodríguez Demorizi (1904-1986) nacido en Sánchez, Samaná considerado por
la crítica vernácula como el más componente, veraz y prolífico
documentalista en la historiografía dominicana de ayer y de hoy.
Es el autor de mas de un centenar de
títulos, folletos y artículos en reputadas publicaciones y órganos de
difusión representando lo mas interesante de sus divulgaciones la
aportación de datos, notas e informaciones originales difícilmente
encontradas en autores que tratan el mismo tema o personaje, siendo en
consecuencia muy valiosa su consulta a la hora de escribir.
Las obras estudiadas y leídas con
admiración resultantes de un arduo como escrupuloso proceso de
investigación fueron “Rubén Darío y sus amigos dominicanos” publicada en
el 1948 por ediciones Espiral de Colombia y “Papeles de Rubén Darío”de
1969 por Editora El Caribe C por A adquiridas gracias a la atinada
política de reproducción y difusión del Archivo General de la
Nación.(AGN)
Si en esta ocasión escribo sobre un
poeta debo necesariamente indicar que la poesía, al igual que el teatro,
no son de mi entero agrado cuando me dispongo a leerlos – otra cosa es
escucharla o verlo – pero ocurre que para apreciar y disfrutar la
genialidad de artistas universales como Whitman o Benavente por ejemplo
no hay mas opción que disponerse a la lectura de sus producciones
escritas.
Si me invitan a escoger los cinco
rapsodas- ni cuatro ní seis-cuya lectura me han procurado mayor deleite
por sus deslumbrantes imágenes, riqueza lingüística y filosofía de la
vida respectivamente, seleccionaría este prestigioso quinteto: Víctor
Hugo, José Martí, Rubén Darío, Constantino Kavafis y Fernando Pessoa.
Proceden de diferentes países, vivieron en medios distintos y todos
tienen estatura universal.
Podría citar otros trovadores como
Wilde, Leopardi, Héctor J. Díaz,Santos Chocanos, Tagore, Barba Jacob o
Rimbaud entre otros que han escrito páginas sublimes de inestimable
valor poético, pero el estudio de las obras completas de los cinco
anteriormente mencionados me han proporcionado una deleitación
espiritual que en no pocas ocasiones ha bordeado las fronteras del
placer físico, corporal. Ellos me han brindado lejanas pero perdurables
emociones.
En esta primera entrega referente a
ciertas generalidades debo consig
nar también, que la vecina República de
Nicaragua ha dado hasta el momento media docena de figuras con
proyección mundial como son: Rubén Darío, Augusto Cesar Sandino, Sergio Ramírez, Ernesto Cardenal, El comandante Cero y Bianca Jagger. Esta última por su matrimonio con el líder de los Rollings Stone, siendo el primero el mas sobresaliente de todos.
Como nos sucede a la mayoría de los
latinoamericanos, siempre renegamos de nuestro lar nativo al conocer o
visitar los países desarrollados, y cuando se le preguntó a Rubén Darío
por qué no se quedaba en Nicaragua con sus amigos y dejaba de peregrinar
por el mundo esto contestó: porque no me quiero cerdificar, todo el que allí se queda se cerdifica y no quiero ser yo uno de los de la piara.
Al igual que José Martí-junto a Víctor
Hugo y Verlaine fueron sus mayores influencias- Amado Nervo, Fabio
Fiallo, Alejo Carpentier, Osvaldo Bazil, Gabriela Mistral y Pablo Neruda
entre otros, Rubén fue representante de su país en el servicio exterior
y como el Apóstol de la independencia de Cuba fue cónsul, no de su
patria sino de otra, al aceptar ser designado por el presidente de
Colombia Cónsul General de esa nación en la Argentina.
En cierto sentido, y por su genialidad
como trovador de los mas bellos sentimientos de la humanidad, Darío era
como una especie de embajador at large de la intelectualidad continental
americana, y no obstante expresar con frecuencia que era una figura
decorativa, que sólo servía para pensar y soñar, la verdad es que en sus
versos se trasparenta un vivo deseo de que la paz y la fraternidad
reinen entre todos los países.
Aquello dicho por Federico Henríquez y
Carvajal (1848-1952) ante la tumba de Eugenio Mª de Hostos de que en
esta América infeliz se ignoran sus grandes vivos hasta que no son sus
grandes muertos, no iba con el autor de “Cantos de vida y esperanza” al
proferir una vez con la firmeza de un convencido esto:” Por hoy solamente habemos tres en el mundo de la poesía: D’ Arrunzio, otro por ahí…y yo.
Para disfrute del mundo y desgracia para
su salud Darío padecía del llamado Mal de Poe o de Verlaine es decir,
que era un dipsómano que se excedía al tomar bebidas alcohólicas,
confesando en una oportunidad que varias de sus mejores poesías habían
sido consecuencia de su incurable etilismo. Por esta propensión los
celosos y envidiosos de su genial inspiración consideraron que fue un
pobre hombre. Cuán equivocados estaban.
Fuente:Acento.
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