¿Quie fue Matías Ramón Mella ?
La noche del 27 de febrero de 1844, Mella disparó en la Puerta de la Misericordia el trabucazo que dejó proclamada la independencia nacional. |
Santo Domingo, R.D. Matías Ramón Mella nació en Santo Domingo el 25 de
febrero de 1816 y murió en Santiago el 4 de junio de 1864, fue
militar, político y activista dominicano, hijo de Antonio Mella Álvarez
y Francisca Castillo.
En el año 1838 se casó con Josefa Brea, joven perteneciente a una familia ilustre del país, con quien procreó cuatro hijos: Ramón María, Dominga América María, Antonio Nicanor e Ildefonso.
En el año 1838 se casó con Josefa Brea, joven perteneciente a una familia ilustre del país, con quien procreó cuatro hijos: Ramón María, Dominga América María, Antonio Nicanor e Ildefonso.
El Patricio se desarrolla política y
profesionalmente de 1822 a 1843 durante los años que el presidente
haitiano Jean Pierre Boyer dominaba el territorio de la parte española
de la isla.
Hizo el servicio militar con el que adquirió
notoriedad entre sus compañeros y superiores por su seriedad, carácter
responsable y por su valor personal.
Mella no fue uno de los fundadores de la Sociedad Secreta La Trinitaria
pero entre los años 1838 y 1843 se convirtió en uno de los adeptos más
eficaces de esta célula política que buscaba la separación de las
comunidades dominicana y haitiana para luego crear un Estado
independiente de toda influencia extranjera bajo el nombre de República
Dominicana. Esto le mereció la plena confianza de Juan Pablo Duarte.
En enero de 1843 fue comisionado por Duarte para
trasladarse a la villa haitiana de Los Cayos de San Luis, al sur de
Haití, para hacer contactos con Charles Hérard y los revolucionarios
reformistas adversarios del presidente Boyer.
La táctica de Duarte
de aliarse con los enemigos de Boyer, encontró en Mella una persona
capaz de sumar a los militares y civiles que encabezados por Charles
Hérard, querían el derrocamiento del presidente de la República que
tenía más de veinte años gobernando.
Cuando regresó de Los Cayos, luego del
derrocamiento de Boyer, Mella se trasladó al Cibao Central como agente
propagador del ideal republicano.
Luego de su triunfo Charles Hérard, ordenó la
prisión de Mella, Rafael Servando Rodríguez y el sacerdote Juan
Puigbert, acusándolos de querer destruir el ejército y los remitió a
Puerto Príncipe donde permanecieron dos meses detenidos, regresando en
septiembre a la parte oriental.
En enero de 1844 Mella ayudó a Sánchez,
jefe del Movimiento independentista por la ausencia de Duarte, a
redactar el Acta de Independencia y, a sugerencia suya, se le llevó a
Tomás Bobadilla para su revisión.
La noche del 27 de febrero de 1844 es de los
primeros en llegar a la Puerta de la Misericordia, exhortando en el
lugar a unos pocos temerosos a no abandonar el lugar y, audaz e
impulsivo, luego de proclamada la República, Mella forma parte de su
primera Junta Central Gubernativa.
Para los primeros días de marzo de 1844 parte
hacia el Cibao como Gobernador del Distrito de Santiago y Delegado de la
Junta Central Gubernativa, pero en realidad era el jefe político y
militar de la región más importante del país. Ostenta el rango de
Coronel del naciente Ejército Nacional.
Mella no estaba en Santiago cuando se iniciaron
los combates del 30 de Marzo, pues la batalla lo sorprendió cuando
recorría la región del Cibao reclutando hombres y tomando posiciones que
revelan su gran capacidad militar organizativa. Mella había dado las
primeras instrucciones y escogió a José María Imbert como lugarteniente
en Santiago. En estas iniciativas están sus méritos en esta batalla.
Los acontecimientos tomaron un giro diferente
después de la victoria de Azua el 19 de marzo. Duarte se presentó en el
Cibao y Mella, entusiasmado e impulsivo, lo proclamó Presidente de la
República.
Cuando Faustin Soulouque invadió el país, Mella se
incorporó al Ejército, destacándose en la famosa Batalla de Las
Carreras y termina siendo secretario de Pedro Santana. En septiembre de
1849, es nombrado Secretario de Estado de Hacienda y Comercio. Hasta la
anexión a España se sintió más cerca de Santana que de Báez.
De 1849 a 1861 ocupó importantes cargos civiles y
militares entre los que se encuentran comandante de Armas, Ministro de
la Guerra, Gobernador, Ministro Plenipotenciario y Enviado
Extraordinario en Misión Especial frente al Gobierno español, para
gestionar el reconocimiento de la República o del Protectorado.
En julio de 1856 se le encomendó preparar un
proyecto de ley para organizar el Ejército. Ya se le tenía y respetaba
como un entendido en asuntos militares.
Demostró que realmente era conocer de los asuntos militares cuando se inicia la Guerra Restauradora. A este movimiento se incorporó, en agosto de 1863, confiándosele importantes misiones.
Viajó al sur atravesando la Cordillera Central por
Constanza, con el encargo de organizar las tropas restauradoras
dirigidas por Pedro Florentino.
Es designado Ministro de la Guerra y elabora el
Manual de Guerra de Guerrillas que dirige por medio de una circular de
fecha 26 de enero de 1864 y que recoge toda la experiencia del pueblo
dominicano en esta forma singular de lucha.
Mientras servía a la causa restauradora, el
general Mella, enfermó de disentería y murió en la extrema pobreza el 4
de junio de 1864. Murió con la distinción de ser dos veces prócer de la
República, pidiendo que lo enterraran envuelto en la Bandera Nacional y,
así se hizo.
Además de los indiscutibles aportes que hizo
Matías Ramón Mella a la causa de la independentista nacional, realizó
otro que lo llenó de gloria y lo enarboló con un hombre conocedor y
manejador de los asuntos militares sin precedentes en la República
Dominicana, este fue el Manual de Guerra de Guerrillas empleados por los
héroes criollos en la Guerra Restauradora.
A continuación Educando te presenta por su importancia y transcendencia de forma íntegra, dicho manual:
“1.- En la lucha actual y en las operaciones
militares emprendidas, se necesita usar de la mayor prudencia,
observando siempre con la mayor precaución y astucia para no dejarse
sorprender, igualando así la superioridad del enemigo en número,
disciplina y recursos.
2.- Nuestras operaciones deberán limitarse a no
arriesgar jamás un encuentro general, ni exponer tampoco a la fortuna
caprichosa de un combate la suerte de la República; tirar pronto, mucho y
bien, hostilizar al enemigo día y noche, y cortarles el agua cada vez
que se pueda, son puntos cardinales, que deben tenerse presentes como el
Credo.
3.- Agobiarlo con guerrillas ambulantes,
racionadas por dos, tres o más días, que tengan unidad de acción a su
frente, por su flanco y a retaguardia, no dejándoles descansar ni de día
ni de noche, para que no sean dueños más que del terreno que pisan, no
dejándolos jamás sorprender ni envolver por mangas, y sorprendiéndolos
siempre que se pueda, son reglas de las que jamás deberá Ud. apartarse.
4.- Nuestra tropa deberá, siempre que pueda,
pelear abrigada por los montes y por el terreno y hacer uso del arma
blanca, toda vez que vea la seguridad de abrirle al enemigo un boquete
para meterse dentro y acabar con él; no deberemos por ningún concepto
presentarle un frente por pequeño que sea, en razón de que, siendo las
tropas españolas disciplinadas y generalmente superiores en número, cada
vez que se trate de que la victoria dependa de evoluciones militares,
nos llevarían la ventaja y seríamos derrotados.
5.- No debemos nunca dejarnos sorprender y sorprenderlos siempre que se pueda y aunque sea a un solo hombre.
6.- No dejarlo dormir ni de día ni de noche, para
que las enfermedades hagan en ellos más estragos que nuestras armas;
este servicio lo deben hacer sólo los pequeños grupos de los nuestros, y
que el resto descanse y duerma.
7.- Si el enemigo repliega, averígüese bien, si es
una retirada falsa, que es una estratagema muy común en la guerra; si
no lo es, sígasele en la retirada y destaquen en guerrillas ambulantes
que le hostilicen por todos lados; si avanzan hágaseles caer en
emboscadas y acribíllese a todo trance con guerrillas, como se ha dicho
arriba, en una palabra, hágasele a todo trance y en toda extensión de la
palabra, la guerra de manigua y de un enemigo invisible.
8.- Cumplidas estas reglas con escrupulosidad,
mientras más se separe el enemigo de su base de operaciones, peor será
para él; y si intentase internarse en el país, más perdido estará.
9.- Organice Ud. dondequiera que esté situado, un servicio lo más eficaz y activo posible de espionaje, para saber horas del día y de la noche el estado, la situación, la fuerza, los movimientos e intenciones del enemigo.”
9.- Organice Ud. dondequiera que esté situado, un servicio lo más eficaz y activo posible de espionaje, para saber horas del día y de la noche el estado, la situación, la fuerza, los movimientos e intenciones del enemigo.”
Fuente: Educando.
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